23/10/2025 | EN ESTE RINCÓN | 174 Lecturas

Ramón Oscar Chazampi: El dueño del nocaut más rápido del boxeo catamarqueño

El ex púgil de Capayán recuerda su trayectoria, el nocaut récord y sus días en la era dorada del boxeo catamarqueño. Ramón Oscar Chazampi, exboxeador amateur de la dorada década del boxeo catamarqueño de los años ‘80, es uno de los nombres que marcaron una época inolvidable de los cuadriláteros locales.

Ramón Oscar Chazampi.

Nacido en San Pablo, departamento Capayán, un 8 de diciembre —día de la Virgen—, Chazampi hoy tiene 68 años y recuerda con emoción aquellos tiempos en los que el boxeo era pasión y orgullo para Catamarca. 

Los comienzos 

“Mis primeros pasos fueron en la Unión Obrera, que estaba en la calle Sarmiento. Allí comenzó mi carrera como boxeador amateur gracias al querido profesor Raúl Argerich”, recuerda.Una charla casual con Argerich —entonces director y profesor de geografía en la Escuela Jorge Newbery— marcó el inicio de su camino en el boxeo: “Me vio con la mano vendada y me preguntó qué había pasado. Le conté que me defendí de unos muchachos que me querían pegar y los reduje a los tres. Me dijo que fuera a practicar boxeo a la Unión Obrera. Cinco días después fui y me presentó a Oscar ‘Cachín’ Díaz, mi primer maestro. Él me enseñó de boxeo y de la vida. Luego pasé con el profesor Roberto Mema, con quien profundicé mis conocimientos y aprendí muchísimo”. 

La época dorada

Chazampi vivió de lleno los años dorados del boxeo catamarqueño.“Los recuerdos son muchos. Había grandes promotores como don Berrondo y el profesor Argerich, que cuidaban al boxeador. Llegué a pelear tres veces en un mes porque había ganado todas por nocaut en el primer round. El público llenaba la Unión Obrera, el Club Red Star y el Polideportivo. Todo era un ambiente familiar y muy lindo.”

Representó a Catamarca en campeonatos nacionales, enfrentando a grandes figuras.“En el Argentino de Novicios en General Pico perdí con quien fue campeón, Alberto de las Mercedes Cortés, que luego le ganó el título argentino a nuestro Luis Armando Soto. En Mendoza también tuve una pelea espectacular ante Ibáñez, un pupilo de Diego Corriente. Perdí 3 a 2, pero fue la mejor de mi carrera”, rememora.

El nocaut más rápido

Uno de los hitos que lo consagraron fue el nocaut más rápido del boxeo catamarqueño amateur.“Sonó la campana, lo saludé, él no lo hizo y me ignoró. Le metí dos jabs y un cross de derecha, lo tumbé para toda la cuenta. Fueron 14 segundos de pelea, pero 10 estuvo en el piso. Lo registraron los periodistas de Tango y Boxeo, de Roberto Arias, y medios locales y de Córdoba. Mi rival era cordobés, de apellido Maldonado.”

El impacto de aquella noche fue enorme. “En el público estaban el gobernador Arnoldo Castillo y varios funcionarios. Cuando bajé del ring todos me felicitaron, no podía llegar al camarín por la cantidad de gente. Fue inolvidable.” 

La pelea más difícil

Su combate más duro fue ante el riojano Narváez, hermano del campeón argentino y sudamericano de esa época.“Fue en la Manzana del Turismo. Me tiró en el segundo round, pero me repuse. En el tercero salí con todo y recordé las palabras de mi rincón: ‘Hacelo por tu hija’. Lo volteé dos veces y terminé ganando en el quinto round. Un peleón inolvidable, de los más difíciles de mi carrera.”

El legado del boxeo 

“El boxeo te enseña a vivir en sociedad, a ser empático, solidario y responsable. Caminaba por las calles y la gente me saludaba o gritaba ‘¡Chazampi!’. Son cosas que no se olvidan”, expresa con orgullo. 

Su entrenamiento era intenso: “Corríamos entre 6 y 8 kilómetros por la mañana y por la tarde al gimnasio. No había dietas especiales, pero sí mucha responsabilidad. No tenía cábalas, solo salir y dar todo sobre el ring.” 

El mensaje a los jóvenes 

“El boxeador necesita una preparación física y mental fuerte. Hay que estar concentrado y confiado. Si lográs eso, el rendimiento mejora y alcanzás tus metas. A los jóvenes les digo que este deporte es duro, pero con disciplina se llega al éxito.” 

Reflexión final 

“El boxeo me cambió la vida. No solo me enseñó a lanzar golpes, sino a levantarme después de cada caída. Me dio disciplina, confianza y una familia. Me enseñó a luchar por mis sueños y a nunca rendirme. El boxeo fue mucho más que un deporte.”

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